Un drama contenido sobre el abandono y la culpa. Un drama exento de parodia y excesos. Un drama nítido y doloroso, de recuerdos y fracasos. Un drama “a secas”. Así es Julieta, la vigésima película del director español Pedro Almodóvar, que fue acogida con calidez ayer en la selección oficial de Cannes, con la que retorna irreconocible al universo femenino, su territorio más amado y transitado. Se trata de un personaje, en dos periodos distintos de su vida, que se desdobla en dos actrices: Adriana Ugarte y Emma Suárez.

Su origen son los tres relatos de la premio nobel de literatura, la canadiense Alice Munro, Destino, Pronto y Silencio, cuyos derechos adquirió Almodóvar en 2009. “He intentado ser lo menos barroco posible. La contención y la sobriedad eran deliberadas porque eso era lo que me pedía la historia”, explicó el cineasta, repuesto ya de su espinosa operación a la espalda. “He combatido mucho contra las lágrimas de las actrices, contra su necesidad de llorar. No por pudor. Es que no quería lágrimas, quería abatimiento. Eso que perdura en el alma después de años de profundo dolor, el desgarre que le ocasiona a su madre el abandono de una hija. Adoro el melodrama, es un género grandísimo y noble, pero yo tenía muy claro que no quería su épica. (...) Tenía que ser un drama muy seco”, insistió.

Una película de mujeres muy disímil a sus otras películas de mujeres. “Julieta es muy distinta a mis clásicas mujeres. Es muy vulnerable, más débil, con mayor resistencia pasiva. Mis mujeres han sido siempre todopoderosas, con capacidad de lucha, sobrehumanas. A Julieta la van minando como persona. Camina por las calles, sin ningún rumbo, deambulando como un zombi”, afirmó.

Sobre los pormenores del guion, explicó: “A pesar de tener una protagonista común, los relatos no eran consecutivos. No era sencillo aunarlos. En el primer borrador, pensé en hacer la película en inglés y ambientarla en Nueva York, ciudad que me es muy familiar. Hablé incluso allá con una actriz para el papel. Pero no me sentía convencido, porque la adaptación estaba hecha bajo la idiosincrasia norteamericana. En América, es normal que los hijos se vayan de casa a una cierta edad. En España, no. Nosotros convivimos juntos hasta el final. Así que archivé el guion en un cajón y lo olvidé. Hace dos años, mis colaboradores me sugirieron que lo retomara, pero con la ambientación en España”.

De los tres relatos originales, queda muy poco en la película. “A partir de la secuencia del tren, el resto de la historia me pertenece por completo. Soy muy infiel cuando trabajo en base a un texto ajeno. Me gusta llevarlo a mi terreno, en mi propia lengua. Mis guiones surgen de conversaciones que oigo por las calles”. “Además, siempre quise hacer una película con escenas en un tren. Pero trabajar en un espacio tan reducido fue un auténtico suplicio”, admitió.

La simbiosis de las actrices que forjan un único personaje es una de las virtudes de Julieta, lo que permite al espectador disfrutar de la trama sin importar el rostro que la encarna en ese momento. “Trabajamos las dos en forma independiente. Nuestro único vínculo era Pedro”, dijo Emma Suárez (Julieta en su madurez). “Es una mujer vulnerable, pero posee dignidad y sabiduría”.

Para entrar a fondo en su personaje, el cineasta le refirió lecturas como De vidas ajenas, de Emmanuel Carrère y El año del pensamiento mágico, de Joan Didion. (I)

Publicado por: http://www.eluniverso.com/vida-estilo/2016/05/18/nota/5585916/julieta-drama-rostro-mujer-que-busco-plasmar-almodovar

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