marisaparedes cannes entrevistaPor Daniela Creamer
Marisa Paredes, la gran dama del cine español, Premio honorifico de la 32 edición de los Goya, desembarco en Cannes en estos días para presentar “Petra”, de Jaime Rosales, en la “Quinzaine des realisateurs”. A sus 71 años y con casi 60 de oficio, la actriz asegura que aún tiene mucho por hacer y aprender. A Marisa, su personaje en la ficción, la impregna del mismo garbo y espontaneidad con la que se desenvuelve en esta entrevista en exclusiva para El Universo.

“Marisa es un personaje fuerte, misterioso, que tiene muchos secretos que solo descubrimos al final”, arranca enseguida. “Me gusta mucho porque es un personaje de silencios, de miradas, que habla de unas cosas y piensa otras. Hay una parte mágica en ella que me interesa mucho, y es cómo ve con la mayor naturalidad su relación interesante con la vida, pero a la vez le importa mucho el dinero. Y quizá esa es la única razón por la que soporta vivir en esa situación, con ese ser tan absolutamente despreciable que es su esposo, y como lo son muchos artistas. Su ego es tan grande que utiliza su poder por encima de todo y de todos. Es un personaje que yo no había hecho nunca y eso es lo más fascinante para una actriz. Me aburre trabajar siempre los mismos personajes y este es completamente distinto”, prosigue.

P: Se sentía dolor en su silencio y sus pocas palabras eran contundentes. ¿Cómo logro entrar en esta Marisa? ¿Se identifica con ella?

R: No me siento para nada reflejada en eso, ni conozco mujeres en esa situación. Es ese sometimiento de la mujer que afortunadamente está desapareciendo a pasos agigantados, porque ya vamos ocupando ese sitio que necesitábamos y al cual tenemos derecho. Pero eso existe. Es una lección. Hay mujeres que se resisten a hacer un cambio en su vida por miedo, inseguridad. Y la mayoría lo que queremos es que las cosas avancen, como avanza la sociedad. En ese sentido, Marisa es una mujer que mantiene una vida diríamos “común”, pero en el fondo ha vivido miles de aventuras fuera del matrimonio, es una mujer que tiene su libertad. No la vemos, pero la tiene, y lo dice. Es decir, que hay una parte que la redime, sino sería un personaje demasiado pasivo. Por otro lado, dice la verdad en todo, aunque mantiene sus secretos hasta el final, hasta que la vida la lleva a un punto en que dejan de serlo.

P: Se habla mucho sobre la distinta óptica de las mujeres haciendo cine. Sin embargo, usted ha hecho decenas de películas con directores hombres, como “Profundo Carmesí”, de Arturo Ripstein, o “Tacones lejanos”, de Pedro Almodóvar, con fuertes personajes femeninos. ¿Cree que una mujer directora entiende mejor esos personajes?

R: Creo que la aportación de las mujeres directoras es fundamental en el cine. Realmente tienen otra mirada, otra forma de acercarse a las historias, que no son especialmente femeninas o feministas. La manera de acercarse a los personajes, la manera de vivirlos, quizás los comprende desde un punto de vista mucho más cercano. Pero creo que cuando un director le pone el acento a una historia, a una película que se llama “Petra”, la historia es de mujeres. Es decir, están todos los elementos, pero la tensión que se produce allí esta fundamentalmente entre las dos mujeres: Marisa y Petra.

P: Pero a Pedro Almodóvar lo definen como el cineasta de las mujeres, porque ha hecho retratos de mujeres con una sensibilidad muy femenina…

R: Es exactamente así. La sensibilidad no tiene sexo. Es algo fundamental a la hora de enfrentarse a una obra de arte, la que sea, ya sea cine, pintura o escultura, lo que sea que uno ofrezca para ser criticado o admirado.

P: Esta película cuenta con una estructura por capítulos que aparecen en forma desordenada ¿Cómo construyo este personaje que, además, está prácticamente ausente la mayor parte del tiempo?

R: No fue fácil, pero contaba con la confianza de Jaime Rosales. Efectivamente es complicado, porque tienes que dar todo en un principio, después esperar, y luego volverte a meter en algo que ya has dejado atrás. Entonces tienes que volver a recuperar todo en ese personaje, sus emociones y sus conflictos. Pero en general, los actores tenemos una memoria especial, porque muchas veces rodamos al final lo primero. Estamos acostumbrados a jugar en diferentes colores y diferentes músicas. Es una especie de técnica. Te cuesta, pero es parte de tu oficio. Recuerdo que para hacer la continuación del personaje Marisa, aunque yo no estuviera en la escena, tenía igual que pensar donde estaba ella, y porque no estaba en ese momento... Si se había ido a Madrid a ver algún amante o si estaba tomando sol en el jardín. No porque tú no estés en la película, se corta el personaje. Lo que hay que descubrir o inventar es donde uno está en las escenas en que no apareces.

P: Jaime Rosales admitió que la preparación de “Petra” fue larga y minuciosa, con muchos ensayos con los actores.

R: Nunca son muchos ensayos, por lo menos para mí. No todos los ensayos son tan prolíficos, ni sale bien todo a la primera. Ya lo dice la palabra. El ensayo es una manera de probar, de acercarte, de ver. Jaime es un director muy distinto a todos los que he trabajado hasta ahora, por lo que tuve que entrar en su universo. Con él, parte de los ensayos era no aprenderse el guion, sino improvisar sobre el propio personaje, sobre la historia. Es muy riguroso trabajando y los ensayos nunca son suficientes.

P: La cámara se desliza entre personaje y personaje dejando vacíos, como un elemento subjetivo. ¿Cómo se adaptó a estos planos secuencias?

R: A mí me costó mucho, porque ese tipo de trabajo no lo había hecho nunca. Me costó acoplar mi trabajo a ese movimiento de la cámara, porque cuando hay plano y contra plano, tú puedes de alguna manera actuar con relación a ese plano. Si lo que ocurre es que todo va en un plano, la cámara puede quedarse en ti o en otro, con lo cual tienes que estar a tope todo el tiempo.

P: Con tantos años de carrera a las órdenes de directores tan talentosos y diferentes, ¿Con cuál le gustaría repetir?

R: Por supuesto, no puedo dejar de mencionar a Pedro Almodóvar porque es el director que más pone el acento en las mujeres. Sus personajes femeninos son muy potentes, son muy carnales, lo pierden todo y lo vuelven a ganar. Son personajes con mucha riqueza que los puedes interpretar desde el fondo. Pero hay tantos directores tan talentosos como Arturo Ripstein, Roberto Begnini y otros en mi vida con los que quisiera volver a trabajar. Y no puedo decir que prefiero al uno y no al otro porque entonces se enfadarían. (risas)

P: Con su gran experiencia, ¿qué consejo podría darle a las jóvenes actrices?

R: es difícil dar consejos y decir lo que tienen que hacer. Creo que cada uno debe descubrir su sitio y que tengan mucha paciencia, mucho coraje, mucha resistencia. Saber soportar los silencios, que el teléfono no suene y toda esa angustia e inseguridad que te viene cuando no vienen las cosas de frente. Que estudien, se preparen a fondo, porque este es un oficio en el que mientras más sepas de todo, mejor. Enriquecerse como personas porque esta es una carrera de fondo, y que no se conformen con lo primero, sino que vayan esforzándose para lograr lo mejor de si mismos. La calidad de cada actor la aporta el.

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