Pocos actores tienen el magnetismo necesario para cambiar de registro y abordar de forma creíble cualquier papel que se les ponga por delante. Hugh Jackman puede presumir de haber sido Lobezno, uno de los mutantes más complejos de los X-Men, y también un padre desolado por el secuestro de su hija en «Prisioneros», de Denis Villeneuve. Y de haber salido vivo del cometido. Confiado al mantra de que «el secreto de la vida es la curiosidad por aprender cosas nuevas», se entrega ahora a un nuevo reto en un musical original sobre la vida del pionero de los espectáculos de masas P. T. Barnum. «Me encanta la interpretación porque es una oportunidad ilimitada para aprender», reconoce Jackman durante una visita a Madrid para promocionar «El gran showman», que se estrena el próximo 29 de diciembre en España.
Esta película, dirigida por Michael Gracey, supone el regreso del actor australiano a este género, tan de moda en la actualidad, después de haber encarnado al exconvicto Jean Valjean en «Los Miserables», papel que le valió su primera y única nominación a los premios Oscar. Después de estar «cinco años cantando y bailando sobre las tablas», se siente cómodo en este género, pero ni la experiencia le libró de afrontar el desafío con cautela, conocedor de la música de Broadway pero menos de los ritmos «más pop» de este filme con canciones originales de los compositores Benj Pasek y Justin Paul, ganadores de la estatuilla dorada por «La La Land. La ciudad de las estrellas». «Había hecho personajes similares, con mucha imaginación, audaces y carismático como Barnum en teatro, pero nunca en el cine. Esa fue mi motivación», cuenta el actor.
La de Barnum es una historia sobre «el nacimiento de la América moderna» y hacerse a uno mismo a través «del trabajo duro».Se empezó a gestar hace siete años y medio, antes del fenómeno «La La Land», que ha vuelto a colocar este género en el mapa de las productoras tras su éxito de crítica y público.
«El gran showman», además de un filme sobre el origen del showbusiness y las virtudes del esfuerzo, es un relato que reivindica la «tolerancia e inclusión» de personas marginadas en la sociedad por sus rarezas; la importancia de la familia -pilar del actor-, en este caso elegida. Porque el pionero Barnum, que según Jackman acuñó la frase de que «lo diferente hace a uno especial», arriesgó el éxito de su espectáculo al talento de personas con «anormalidades» físicas, dándoles una oportunidad -contratándoles para un papel en su circo- cuando nadie más confiaba en su potencial. «Hay cierta noción de que tienes que encajar en un estereotipo de algo que sea socialmente aceptado. Pero puede que no sea auténtico, lo más importante es ser tú mismo y ahí deberíamos centrar nuestra energía», asegura el actor, para quien este mensaje no solo es importante en «estos tiempos politizados, en los que vemos esta tendencia de algunos países a aislarse, sino siempre». «La idea de la película es no construir muros sino intentar comprendernos, que esas diferencias sean nuestras virtudes. Y esas decisiones de aislarse de países como Inglaterra, Australia o EE.UU. tienen que ser cuestionadas cuando la motivación es el miedo», aclara.
Miedo a lo nuevo
Un temor que se traslada también a la industria, que parece acusar el agotamiento de ideas originales. Aunque, siempre optimista, el actor ve músculo en este progresivo declive profesional, «uno de los momentos más emocionantes del negocio». «Los estudios de Hollywood se están arriesgando más que nunca porque entienden que el cine tiene que renovarse y reinventarse continuamente, necesita dar al público algo que hace tiempo que no ve. Por eso se van cerrando cada vez más las puertas a las secuelas y a las cintas de superhéroes», explica.
Después de conocer al realizador durante el rodaje de un anuncio, cuenta que lo convenció para llevar al cine este proyecto, que se suponía que iba a ser el primer musical original en saltar a la gran pantalla en casi tres décadas. En 2009 se comprometieron con el proyecto, pero se les adelantó «La La Land» el año pasado. Sin embargo, nada más distanciado de la idea que han conseguido trazar en «El gran showman», más próximo a clásicos como «Chicago» que a la cinta de Damien Chazelle. Y pese al reto de meterse en la piel de Barnum, el sueño de este galán del Hollywood moderno es otro clásico, «Cantando bajo la lluvia», «una película prácticamente perfecta porque es satírica, divertida, muy hábil... ¡y los bailes son increíbles!», admite.
Después del cáncer
Hugh Jackman, además de versátil, nunca pierde la sonrisa. Ni siquiera cuando le comunicaron que padecía un cáncer de piel, del que ha sido operado hasta en seis ocasiones. «Ahora estoy disfrutando de la interpretación más que nunca y me siento agradecido», confiesa el actor. Y razones no le faltan, sobre todo después de ver cómo fue capaz de sacar adelante dos proyectos este año: «Logan», su despedida del personaje de Lobezno, y este musical. «No podían ser películas más distintas y lo bonito es que he estado presente desde la creación, con el guionista, hasta la producción». Pese a su polifacético registro y a concebir la vida como una carrera en la que uno debe superarse continuamente, Jackman todavía no está dispuesto a dar el salto tras las cámaras. «Soy muy indeciso y sería mal director. Creo que los actores iban a detestar trabajar conmigo, así que creo no voy a dirigir por ahora», bromea en Madrid, ciudad de la que se declarada un «enamorado». «Estuve en España desde los 18 años, sin dinero, era uno de esos mochileros desagradables y me enamoré de la gente. Aquí se vive la vida de forma diferente. Me encantan la música, el baile, la comida... y el Prado, que es mi museo preferido, el mejor del mundo», reconoce.
En perpetuo debate sobre la falta de inclusión de mujeres en el cine, Hugh Jackman aprovecha «el mensaje» de la película para reivindicar más presencia femenina, no solo en la dirección sino también en la producción. Y sin olvidarse del escándalo sexual que sacude Hollywood desde la caída del productor Harvey Wenstein, saca a relucir su admiración por aquellas personas que han sufrido algún tipo de acoso y les anima a seguir alzando la voz.
P - ¿Cómo se viven desde dentro los numerosos casos de acoso que sacuden Hollywood?
R - Me ha conmocionado el valor de las personas que han dado el paso y lo han denunciado porque no puedo imaginarme la humillación y frustración, la ira, de los que han padecido esto, porque cuanto más tiempo pasa creo que es más difícil que salga a la luz. No hay negocio ni lugar para este abuso de poder y creo que es algo que tenía que pasar. Es una gran oportunidad para que todos nosotros podamos, con seriedad, afrontar cómo crear un entorno para que la gente pueda trabajar y dar lo mejor de sí, da igual el ámbito en el que trabajes. A mí me llegó la actuación de Nelson Mandela; cómo, después de años con el apartheid que destruyó su vida y su país, lo primero que hizo como presidente fue apoyar la reconciliación y crear un espacio en el que tanto las víctimas como los perpetradores pudieran hablar para permitir sanar esas heridas y sacar ese veneno. Es un buen ejemplo de cómo afrontar estos abusos, es algo que se ha olvidado en todo el mundo, sacarlo a la luz, y esto marcará un antes y después.
P - «El gran showman» versa sobre la inclusión. ¿Cómo trata Hollywood a las mujeres?
R - Ha habido grandes desequilibrios, sin duda. Como industria somos muy visibles, y sí creo que se está cambiando la situación. Las cosas primero cambian a una gran velocidad y muchas veces los cambios producen temor e inseguridad en la gente. Pero yo apuesto por la paciencia, incluso en momentos de gran urgencia, porque te da distancia y calma. Me encanta ver que cada vez hay más mujeres dirigiendo, mi primer trabajo fue con una directora, imagina lo que les debo. Creo que debe haber mujeres no solo dirigiendo sino produciendo. Es emocionante este momento.
Fuente: Lucía M. Cabanelas/abc.es