casa olivo 2A tan solo unos kilómetros de Guayaquil, por la vía a la costa en el km 33, se esconde un rincón que parece suspendido entre el cielo y la tierra: 'Casa Olivo' no solo como un destino, sino como una experiencia. Un refugio natural que cada fin de semana se transforma en escenario de historias, risas y memorias compartidas bajo un manto de las estrellas.

Rodeado de árboles, con el aroma del bosque y el canto de los grillos como banda sonora, este espacio nos invita a detener el reloj y reconectar con lo esencial: la vida, el arte y la compañía de los nuestros. Aquí, el cine deja de ser una pantalla distante para convertirse en un encuentro. Cada proyección al aire libre es una celebración sencilla pero profunda, donde el crepitar de la fogata acompaña los diálogos de la película y las carcajadas se mezclan con el murmullo del viento.

Casa Olivo ha logrado algo que pocos lugares consiguen: unir el encanto del campo con la calidez de la ciudad, ofreciendo una pausa en medio del ruido cotidiano. Es ese tipo de plan que no necesita más explicación que un “vamos”. Porque una vez que llegas, entiendes que no se trata solo de ver una película, sino de vivirla.

Las noches aquí comienzan una hora antes del sunset, con el canto de los pajaritos entre los arboles y nubes celestes que poco a poco dejan ver ese atardecer morado que parece pintado especialmente para el lugar. Una estampa acompañada de juegos de mesa, deliciosos snacks y, cuando cae la oscuridad completa, la pantalla se ilumina y el bosque se vuelve sala de cine. Una sala sin techo, sin paredes, donde el cielo es el límite y el canguil ilimitado.

Cada edición propone algo distinto: comedias que hacen reír hasta las lágrimas, películas que despiertan emociones dormidas, y sobre todo, la posibilidad de compartir con amigos, familia o pareja un momento que se queda grabado. “Casa Olivo no es solo cine bajo las estrellas”, dicen sus anfitriones, “es una pausa, una risa compartida, una noche que te recuerda lo simple y mágico de la vida”.

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Terminada la función, el olor de la fogata llama a continuar con las charlas y risas que se encienden con el fuego y los marshmallows que se doran lentamente para disfrutar ilimitados smores.

Pero este espacio va más allá de las películas. También abre sus puertas a eventos especiales, bodas, cumpleaños y picnics, en los que la naturaleza se integra con detalles cuidados y un servicio de primera. Todo está pensado para que cada experiencia sea única, envolvente y, sobre todo, auténtica.

Visitar Casa Olivo es una invitación a mirar de nuevo lo que a veces olvidamos: que la felicidad puede caber en una noche sencilla, en una conversación al calor del fuego o en una película que, sin grandes salas, logra tocarnos el alma.

Porque hay lugares que no solo se visitan, se sienten.
Y Casa Olivo es uno de ellos: un rincón donde el cine, la naturaleza y las emociones se funden para recordarnos que desconectarnos, por un ratito, también es una forma de volver a vivir.

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