Por Daniela Creamer.
Juliette Binoche llega al prestigioso Festival de San Sebastián con la misma mezcla de magnetismo y misterio que la ha convertido en una figura irrepetible del cine europeo. Pero esta vez no basta con verla frente a la cámara: la actriz se reinventa y se adentra en la creación desde otro lugar, más íntimo y arriesgado. Su proyecto In-I In Motion es mucho más que una película: es un acto de memoria viva, un intento por capturar la danza invisible entre lo que fue y lo que todavía vibra en ella.
El Festival de San Sebastián la recibe como a una vieja amiga, alguien que ya no necesita demostrar nada, pero que, sin embargo, sigue buscando lo inesperado. Hay en Binoche una valentía tranquila: no se deja encasillar, no se acomoda, y justo por eso emociona. El público no sólo verá a la actriz premiada con un Oscar o con decenas de reconocimientos internacionales; verá a una mujer que se atreve a mostrar sus dudas, su vulnerabilidad y su permanente deseo de explorar nuevos lenguajes.
En un año donde el Zinemaldia pone la mirada sobre las creadoras, su presencia adquiere un peso simbólico. Binoche no es la estrella que baja a repartir destellos en la alfombra roja; es la artista que llega con el corazón abierto y la certeza de que el cine, como la vida, no se trata de repetir fórmulas, sino de transformarse una y otra vez.
San Sebastián 2025 quedará en la memoria como el momento en que Juliette Binoche, ya leyenda, decidió volver a empezar.
La Binoche sorprendió a los presentes de la sala de prensa de Zinemaldia al revelar que, el reciente desaparecido actor Robert Redford fue quien la sorprendió al sugerirle realizar su nueva película, In-I In Motion.
El primer trabajo de Juliette Binoche detrás de la cámara es un documental que retrata el proceso creativo de In-I, la pieza de danza-teatro que presentó en el 2008 junto al coreógrafo y bailarín británico Akram Khan, cuyo estreno mundial fue este sábado en el Festival de San Sebastián. Durante su intervención ante la prensa, la actriz francesa, evocó la visita que le hizo en su momento Robert Redford —actor, director y fundador de Sundance.
"Estábamos en Nueva York, estábamos terminando la obra", comenzó Binoche. Todavía llevaba mi traje de escenario, y Robert Redford se acercó a mi camerino, me jaló, cerró la puerta y me dijo: 'Tienes que hacer una película de esta obra. Tienes que hacerlo', y lo repitió varias veces, con mucha pasión. Me sorprendió un poco —continuó Binoche—, porque estaba frente a él, el gran actor y director. Así que dije: 'Sí, sí. Lo haré, lo haré'.
Pero Binoche no sabía por dónde empezar. La actriz, conocida por su interpretación ganadora del Oscar en El Paciente Inglés, y su coprotagonista Khan llegaban al proyecto desde ámbitos distintos, la actuación y la danza y Binoche nunca se había considerado bailarina. La pareja hizo una pausa en sus respectivas carreras para realizar una gira mundial con In-I, trabajando con la profesora de interpretación Susan Batson y la bailarina Su-Man Hsu. En su primera incursión en el cine, Binoche revisita la obra, sus riesgos y la transformación que provocó a través de material de archivo inédito.
“Akram y yo somos muy diferentes”, dijo, “de diferente sexo, diferente color de piel, diferente origen, religión y forma de expresarnos. La danza y la actuación son muy diversas, pero se nutren mutuamente, así que arriesgarse a mostrar la perspectiva, el lado oscuro de la situación, fue peligroso”.
Muy emotiva, Binoche confesó el desgaste físico que la gira de 100 funciones le impuso. “Como se ve en la película, siento que nunca podré volver a pasar por eso porque es muy duro; te quedas sin aliento. Su-Man me entrenaba a diario, caminando y corriendo, y después de un tiempo, el cuerpo va cambiando y ganando resistencia… Y cuando sientes eso, cuando pasas de cero a diez, digamos, sientes que la vida es increíble”.
Descubrió una antigua práctica china, el Qi Gong, para ayudarla en la transición física. “Empecé a hacerme daño”, confesó Binoche. “Me rompí los dedos del pie y me empezó a doler la rodilla izquierda, así que fui a un acupunturista. Sentí que tenía gente maravillosa a mi alrededor para poder aguantar el espectáculo. Pero debo decir que todas las noches, antes de subir al escenario, temblaba. Pensaba: ‘¡Esto es todo! Esta vez, me van a matar’”.
La actriz también fue interrogada sobre sus comentarios sobre la guerra entre Israel y Gaza y su apoyo a Palestina, incluyendo la carta abierta que firmó la semana pasada pidiendo un boicot a la industria cinematográfica israelí tras la masiva pérdida de vidas civiles en la Franja de Gaza. Entre los más de 4.000 actores que han sumado su nombre a la carta se encuentran Joaquin Phoenix, Emma Stone, Olivia Colman, Mark Ruffalo y Javier Bardem.
Cuando se le preguntó si se sentía frustrada por el hecho de que los actores se vean obligados a hablar más que los políticos, Binoche respondió: "No estoy segura de que los políticos vayan a ayudarnos ni a salvarnos... Creo que las artes pueden ayudar a encontrar formas de comunicación, [y] creo en el espíritu de conexión y en el deseo de unión".
"Parece que estamos en un momento muy oscuro en este momento", dijo. "No sé qué podemos hacer como actores; algunos van en barco, intentando encontrar soluciones. No lo sé, pero creo que tenemos que explorar nuestro lado creativo y creer en los puntos de encuentro de la colaboración. De eso trata mi película. "Al menos los actores intentan encontrar la verdad en lo que hacen. No creo que los políticos lo estén haciendo; se están escondiendo", concluyó la actriz

