Vuelve «El exorcista» a Venecia. Cuarenta y cuatro años después del estreno del filme, que aterrorizó a los espectadores de medio mundo, retorna a Venecia su director, William Friedkin, uno de los grandes nombres del cine internacional (logró un Oscar por «Contra el imperio de la droga»), para presentar un documental sobre exorcismo. Aunque se mostró fuera de concurso, ha sido uno de los proyectos que más interés despertó en la Mostra, con sala llena de cinéfilos, creyentes, agnósticos, científicos escépticos y curiosos.
Esta vez, el gran protagonista ha sido el exorcista más famoso del mundo, el sacerdote Gabriele Amorth, a quien hubo días en que le llegaron 600 peticiones para el rito de la liberación del demonio, campo en el que ha dejado una importante herencia, con numerosos libros escritos sobre la materia. Falleció en septiembre del año pasado a los 91 años en Roma. Cinco meses antes de su muerte, el 5 de abril, recibió en su casa romana a William Friedkin, quien obtuvo el permiso para rodar un exorcismo, con la condición de que lo filmara él solo, sin acompañantes, y sin luces.
El cineasta ha reconocido en Venecia que nunca había asistido a un exorcismo. Su película, considerada una obra maestra en el género, basada en la novela de William Peter Blatty, era ficción. Pero en este documental se entra en contacto con una situación real. «La certidumbre de la presencia del demonio se descubre sólo durante el exorcismo», según Amorth, quien en 30 años realizó unos 70.000 exorcismos, lo que no quiere decir que hubiera atendido a ese número de personas, sino que un individuo podía necesitar decenas de sesiones para ser liberado. Amorth solo intervenía cuando había comprobado los certificados médicos de la persona que recurría a él.
En el documental, de poco más de una hora, Friedkin incluye opiniones de algunos de los más ilustres neurocirujanos y psiquiatras de EE.UU., a los que mostró la película. Interroga también a miembros de la Iglesia y a personas consideradas víctimas de la posesión del diablo. El resultado, discutible para algunos, hace reflexionar sobre el hecho de que suceden cosas inexplicables, según los parámetros de la ciencia, y que estos hechos, a menudo dolorosos para quien los padece, encuentran una solución, o al menos alivio, gracias a un trabajo pastoral específico como el realizado por el Padre Amorth, fundador de la Asociación Internacional de los Exorcistas.
El realizador ha explicado que es la primera vez que se le permite a alguien filmar un exorcismo: «Fue una experiencia de gran impacto». En la época de «El exorcista», se declaraba agnóstico. Hoy vacila y parece más tentado a creer.
Fuente: http://www.abc.es