la civil protagonistasLa sección Un Certain Regard / Una Cierta Mirada, segunda en importancia del Festival de Cannes, proyectó la realización de la rumana Teodora Mihai, "La Civil", rodada íntegramente en México y con una temática desgraciadamente familiar para miles de mexicanos, la violencia por el narcotráfico y la desaparición de personas.

Hablandodecine.com habló en exclusiva con su principal protagonista, Arcelia Ramírez, y con Alvaro Guerrero, su compañero de elenco, una de las pocas presencias latinoamericanas en Cannes en esta 74 edición.

 

- La violencia en México es asunto redundante en el cine nacional e internacional. ¿Qué tiene de diferente La Civil para que aceptara su rol?

Arcelia Ramirez (AR): Teodora me contactó, me mandó el guion, y cuando lo leí fue un shock. Me pareció que fue una mirada compleja ante un problema muy complicado. Este guion recogía esa complejidad, pero también me pareció muy emocionante, además de tener a este personaje increíble y la relación que tiene la peripecia de dicho personaje. Empieza en un lugar y termina en otro totalmente diferente. Piensa como una mujer negada, dependiente del exmarido, abandonada, y va tomando fuerza a partir de la tragedia que vive, para terminar como una activista, buscando la razón de qué fue lo que le pudo haber pasado a su hija. Es decir, toma la justicia por su propia mano, pero también su vida. Esta evolución, estos dos ejes dramáticos me parecieron súper interesantes y me conmovió muchísimo el guion. Me sentí muy privilegiada, responsabilizada y desafiada de tenerlo en mis manos. Además, era importante para mi aportar en la reflexión sobre el tema, con la aspiración de provocar empatía y conciencia, de conmover, de ponernos en los zapatos del personaje.

- ¿Hay muchas madres coraje anónimas en México? ¿En caso afirmativo, habló con algunas de ellas para preparar su parte?

A.R: No, porque eran tiempos difíciles. El rodaje estaba previsto para ciertas fechas y se fue postergando. Luego llegó la pandemia y, justo en medio de ella, fue la preparación. Resulto entonces complicado hacer este trabajo de investigación, además de que Teodora ya lo había hecho. Fue una investigación muy robusta y exhaustiva, de casi seis años, y fue ella quien me transmitió todo el material y todos los detalles, los matices, la complejidad de la persona. Ya cuando estábamos a punto de rodar, Teodora finalmente pudo viajar a México y nos vimos todos los días durante un mes y medio para hablar de cada escena y como se iba a dosificar la trayectoria del personaje, y lo que uno puede preparar racionalmente a la hora de estar en el set. Luego ese trabajo pasa al inconsciente al rodar, y tu vives la escena en el presente. Creo que hubo una labor de dirección muy minuciosa durante el rodaje, y Teodora se dio a sí misma como directora todos los colores que pudo para encontrar el buen ritmo de la película en el proceso de montaje.


- Siendo Teodora rumana, ¿de que manera cree que afecta una mirada foránea a la descripción de la realidad mexicana, tan dura?

A.R: Creo que Teodora se comprometió profundamente con este tema, y durante todo el proceso de investigación, ella y Antonio de Rosario, el guionista mexicano que escribió la obra “Sin Trincheras”, encontraron a una mujer en específico, Miriam Rodríguez, quien fue la que inspiró el personaje de Cielo. Yo creo que esto fue lo que los vinculó de una manera muy especial a la problemática. Por el contrario, creo que el hecho de que Teodora sea rumana le dio una buena distancia para esta cercanía pero al mismo tiempo este punto de vista objetivo de los hechos.

- ¿Cómo se sintió con la cámara fija en usted todo el tiempo, que no la soltara en toda la película? ¿Cómo fue ese trabajo de tener todo el peso dramático sobre sus hombros?

A.R: Pues sí... Cuando leí el guion supe que eso estaba ahí como un desafío. Me preparé mucho como actriz: hacia yoga todos los días y desayunaba todos los días lo mismo, llegaba al hotel –del cual no salía más, ya que íbamos únicamente del set al hotel por el confinamiento– y trataba de cenar lo mismo siempre. Físicamente me preparé, me vitaminicé muchísimo para no enfermarme e incluso para protegerme del COVID-19. Yo creo que lo fui viviendo día a día, escena por escena. Habíamos ya trabajado muchísimo a nivel intelectual y analítico, siempre sabiendo muy bien que pasaba en cada escena. Pero a la hora de la verdad, me puse en manos de Cielo y de Teodora. Yo no lo hice sola. Fue realmente un trabajo de comunión y comunicación con ella, con el fotógrafo –Álvaro-, con los actores... Pero estás ahí sabiendo qué es lo que tienes que hacer y te dispones a que se de esa magia, esa alquimia.

Alvaro Guerrero (AG): Yo quería abundar un poco, porque fui testigo del trabajo de Arcelia, y no había visto yo una película en la que solo un actor o actriz estuviera en todas, todas, las escenas de una película. Al leer el guion dije: “Bueno, ¿qué va a hacer esta mujer?”. Ya habíamos trabajado mucho tiempo juntos en el pasado: venimos de la misma escuela y tenemos una idea muy parecida de lo que es el trabajo, una ética con respecto a lo mismo. Aquí, los llamados eran muy bestiales, a veces te levantabas a las cinco de la mañana y en las noches ella me platicaba que se levantaba en las mañanas a hacer yoga, luego de haber trabajado en la noche, dormido pocas horas y teniendo que madrugar al día siguiente. Pero sobretodo, el trabajo emocional. Me decía: “Esta mujer se va a desmadrar con todos estos sentimientos”,porque para mi el acercamiento a la película es sentir la desesperación e impotencia de aquella situación en la que te desaparecen a un hijo. Y esto todavía en las madres es mas poderoso, aunque los hombres también nos preocupamos (risas). Pero cómo este “monstruo de la actuación” lo enfrentó me parece algo sorprendente y es increíble ver cómo aguantó tanto tiempo.

- ¿Qué nos puede decir, usted, Álvaro, respecto a su personaje, que también tiene una transformación muy emotiva?

A.G: Es que tiene sus matices. Todos piensan en México, de los hombres en lugares comunes; no se piensa de ellos como que hay hombres buenos y trabajadores en la cotidianeidad. En este caso, Gustavo no sabe como enfrentar su problema emotivamente. Hay una fragilidad en todo macho en el fondo, de pronto al no saber enfrentar situaciones difíciles, cuando no se sabe que es lo que se debe hacer. También sabe que si el se pone a buscar a su hija lo van a matar automáticamente, como pasa con los hombres cuando hacen eso. Se encuentra paralizado ante el hecho de no saber mostrar sus emociones, no sabe hacia donde calar. Además, para un hombre de provincia en México, ver que su mujer es más poderosa y mas fuerte que él y que empieza a moverse más, es demasiado fuerte para su hombría. Estas son cosas que yo traté de ver en Gustavo, porque todos dicen: ¿por qué no hizo nada este ‘cabrón’? ¿Por qué no agarró la pistola diciendo: ‘me vale madres que me maten’? Son las complejidades de ciertas gentes en situaciones tan difíciles. Con respecto al tema de los secuestros y violencias por drogas, es interesante que sea una extranjera, que haga una película sobre ese tema.

- Teodora comentó que mucha gente del equipo de la película había tenido experiencias similares dentro de su círculo de familia y amigos ¿Se sentía esa atmósfera durante el rodaje?

A.R: Teodora también me compartió aquella sorpresa. Esa complejidad se creó con muchos miembros del equipo a la hora de enrolase en el proyecto porque había un compromiso personal de mucha gente. Es un asunto doloroso, pero cerraba filas a la hora de estar todos en el mismo tren y sobre los mismos rieles. Me daba pudor, hablar de esto con algunas de las personas que supe que habían vivido algo así. Pero si sentí que todos estábamos muy convencidos de la película.

la civil entrevista

- ¿En México los creadores hacen suficientes películas sobre el tema?

A.G: En México hay realidades complejas. Todo el mundo piensa que apenas sales de tu casa te vas a encontrar con un narcotraficante y que están secuestrando a todo el mundo. Es mas bien algo localizado en ciertas regiones, como Tamaulipas y en ciudades del Norte. Nosotros queremos que esto sirva para que haya un cambio. Hace mucho tiempo que esto esta sucediendo en el país, nada mas que la prensa no hablaba de ello. Ahora que ya no hay tanta censura en los medios de comunicación, comienza a salir toda la ‘porquería’ de los gobiernos anteriores que eran prácticamente narco-gobiernos. Estamos apenas descifrando como resolver este dilema porque en México no es un problema simple. Hay demasiada pobreza y una desigualdad espeluznante y, obviamente, eso genera mucha violencia y narcotráfico. Podemos ver producciones en torno a este tema del narcotráfico como por ejemplo las narcoseries. En la película, se ha tratado de tocar el tema de otra manera, no con la intención de normalizarlo o representarlo como algo a lo que ya hay que estar acostumbrado. Aquí estamos tratando de ver el aspecto crudo de una madre perdiendo un hijo.

A.R: Creo que en México hay muchas películas que hablan sobre este tema ahorita, de las desapariciones, sobre todo documentales. La ficción evidentemente se alimenta de la realidad y este tema no es la excepción. Hay muchos puntos de vista, lo que lo hace rico, pero hay una herida general que necesita ser sanada. Muchas almas que necesitan consuelo en México. Estamos hablando de esto para crear una conciencia y empatía, y para generar una reacción que ayude a construir un sistema de justicia que resuelva estos casos.

- ¿Ese cine con dimensión crítica ayuda a cambiar algo?

A.G: Nosotros como artistas solo podemos proponer realidades. Es lo que está dentro de nuestro control, lo demás no. Nuestra obligación es tratar esa temática, no desde un punto de vista frívolo, sino desde uno en el que haya un impacto en la sociedad. Ya lo demás no lo sabemos. Yo creo que sí es importante comenzar a hablar de estas cosas, y no solo desde las narcoseries; que no se vea en el mundo que nada más somos eso. Hay mucha gente que no somos eso. Porque también hay una explicación al narcotráfico. No es porque seamos malos en México, sino que hay miseria y hay razones concretas por que la gente se vuelve narcotraficante y por que los jóvenes entran en esto y no hacen otras cosas. No somos primer mundo y no somos esencialmente malos. Hay razones concretas y reales y hay que de alguna manera tocarlas y entender como vamos enfrentándolas cotidianamente. Y a mí me da mucho gusto decir que las mujeres están comenzando a visibilizar en el país, empiezan a tener lugares importantes; poco a poco vamos progresando en la cuestión de igualdad entre géneros, lo cual es muy complicado en un contexto latinoamericano. El hecho de que ya empiece a moverse la cosa, que haya muchas mujeres en puestos políticos, en secretarías y todo esto es un avance, y también la creciente presencia de las mujeres en el mundo de los hombres.

- Y las mujeres en el cine, ¿También tienen su poderío?

A.R: Creo que cuando empecé a hacer cine irrumpió una nueva generación de realizadoras en todos los sectores: aparecieron directoras, guionistas, fotógrafas, realizadoras y productoras. Esta generación se ha desarrollado cada vez más. Hoy en día las mujeres tienen su lugar muy concreto. No digo que no luchen todavía para conquistar sus espacios, equipos y el respeto que necesitan para trabajar, pero yo creo que hay ya un avance. Creo que la narrativa femenina es fundamental. Le da un aliento, una pluralidad al discurso de quiénes somos. Yo creo que eso lo vemos con mucha alegría.

A.G: También hay muchos hombres que salimos a acompañarlas en ese sentido. Eso es muy importante. Hemos tenido que revisar nuestra cultura y educación para poder estar al lado de ellas.

A.R: Su masculinidad, ¿no? Sí hay que cambiar la manera de funcionar porque no podemos tener allá en México un nivel de violencia grande, luego de un contexto de pandemia, época durante la cual hubo muchos feminicidios en las casas. El porcentaje de feminicidios aumentó gravemente. Entonces creo que es momento ya de que de los dos lados haya un ajuste, un equilibrio, otra manera de relacionarnos, para poder avanzar sin querer destruir al otro, sin querer ejercer el poder sobre el otro, sino que más bien haya un acompañamiento y una complicidad, un crecer juntos, un desarrollo equitativo.

- La pandemia cambió mucho nuestras vidas. Las personas consumieron mas cine encerrados en sus casas y algunos temen que no vuelvan a las salas. Creen que el cine dejara de ser un espectáculo de masas?

A.G: Realmente no lo se, porque yo, siendo una persona de 60 años, estoy pasmado ante el cambio humano, ante el avance en los medios tecnológicos y en la manera en la que se van relacionando los jóvenes a partir de eso. Por naturaleza, yo no soy muy optimista con respecto al ser humano. Lo veo nada más como un espectador y no tengo mucha esperanza, pero creo que la gente va a seguir yendo al cine. Sin embargo, los jóvenes se están formando en una soledad muy específica, de casa. Les cuesta mucho trabajo ahora relacionarse físicamente. Hay mucho aislamiento y un exceso de información banal. Hay mucho, pero poco fondo. En el cine habrá gente que quiera ver este tipo de cine que hable de cosas muy humanas, y no solamente del maldito cine de Hollywood, de esa mamada de Rápidos y Furiosos (risas). Pero habrá gente que quiera ver el mundo desde esta ventana de cine.

 

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